No es fácil sintetizar su doctrina o espiritualidad. Lo hacemos en estos cuatro puntos:
Vocación del amor.
Toda la vida de Santa Teresa del Niño Jesús fue, según su propia expresión, "un cántico al amor" y efectivamente el amor ocupó en su vida un lugar enteramente central. Decía que quería amar a Jesús "Como jamás había sido amado", que no conocía otro camino para llegar a la perfección que el amor. Que en la vida espiritual sólo pesa y cuenta el amor.
La infacia espiritual.
Encantadora es toda su doctrinma de la infancia espiritual. Ella descubrió al mundo los tesoros de paz, generosidad, sencillez y amor escondidos en el Santo Evangelio.
El "caminito de infancia espiritual" es el secreto de una santidad cada vez más perfecta y marivillosamente adaptada a la vocación y a las necesidades espirituales de todas las almas. Caminito de infancia, de pobreza espiritual, de confianza sin limites y de entrega al amor misericordioso. Esbribió: "Quisiera tener un ascensor para subir hasta Jesús, porque soy muy pequena para subir sola. - -El ascensor que ha de elevarme hasta el cielo son tus brazos, Jesús mío".
El Santo abandono.
Es el fruto de la infancia espiritual. Junto con el amor, la esperanza y la humildad el alma se entrega a Dios sin reserva y para siempre, porque tiene fe en su omnipotencia, en su sabiduría y en su bondad. Es un acto de confianza en Dios, es sobre todo el término y la consecuencia del amor. Escribió la Santa.
"Desde hace tiempo no me pertenezco, me entregué del todo a Jesús... Es muy Ubre de hacer de milo que le plazca".
Misionera de retaguardia.
La dimensión apostólica de Santa Teresa va compendiada en estas frases suyas: "Quisiera, oh amado, bien mío, recorrer la tierra, predicar vuestro nombre y clavar en tierras infieles vuestra cruz gloriosa. Quisiera anunciar el evangello a un tiempo en todas las regiones del mundo y hasta en las islas más lejanas.
Yo quisiera ser misionera, no sólo durante algunos años, sino haberlo sido desde la creación del mundo y continuar siéndolo hasta la consumación de los siglos.
Nuestra vocación es formar obreros evangélicos, de quienes seremos Madres".
De hecho la vemos a ella sacrificándose por los misioneros incluso durante su última enfermedad.
Su estela
El 9 de junio de 1897 había prometido hacer "caer una lluvia de rosas"; el 17 de julio había precisado: "Si mis deseos son escuchados, mi cielo lo pasaré sobre la tierra hasta el fin del mundo. Sí, quiero pasar mi cielo haciendo bien en la tierra".
El primero de agosto había declarado con tono inspirado: "Ah, lo sé, todo el mundo me amará".
No se equivocó. En veinticinco años se contaron más de cuatro mil prodigios atribuidos a su intercesión.
San Pío X, antes de incoar el proceso de su beatificación, ya había dicho: "Es la Santa más grande de los tiempos modernos".
Han sido innumerables las conversiones que se ha hecho por su medio, especialmente por la lectura de Historia de un alma.
Su estela y su recuerdo llena aún hoy las iglesias, las familias cristianas e inumerables almas que la invocan con fraternal devoción.
Su mensaje
- que procuremos ir por el "caminito" de la sencillez.
- que nos enamoremos del Amor con todas nuestras fuerzas.
- que siempre y en todo procuremos cumplir la voluntad de Dios.
- que el celo por las almas devore nuestro corazón.
Su oración
Oh Dios, que has preparado tu Reino para los humildes y sencillos, concédenos la gracia de seguir confiadamente el camino de Santa Teresa del Niño Jesús para que nos sea revelada por su intercesión tu gloria eterna. Amén.
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